jueves, 7 de mayo de 2009

Historias sin más

Le dirás que vas a marcharte. Lo harás por teléfono. Y habrá uno de esos silencios que hacen más real la conversación. Como en ese documental en el que un águila está a punto de atrapar a una cabra. Y en tu cabeza sólo podrás ver las garras cada vez más y más grandes hasta que él te responda que “cuándo”.

Y tal vez sólo habrán pasado quince días o habrá transcurrido más de un mes. Y estarás en tu nueva casa, con su nueva sala de estar, repleta de plantas que nunca antes has cuidado y que parecerán mirarte con desconfianza, quizás sabiendo de antemano que no vas a poder arreglártelas sola.

En ese indeterminado espacio de tiempo te despedirás de tus amistades. Tal vez organicen una fiesta. En ella al principio te mostrarás huraña y despegada, como una suela que no encaja y no hay pegamento que consiga arreglar. Porque ese siempre ha sido tu papel en las escenas. Como cuando todos tomaban las uvas en Nochevieja y tú te encerrabas en la habitación. Luego siempre salías, con un anillo de oro, que echabas en el fondo de la copa, para que la familia brindara junta y el orden quedara restablecido de nuevo. Podrías preguntarte qué ha sido del anillo. Pero estarás demasiado ocupada contando la gente que ha ido a la fiesta.
(Continuará algún día)

4 comentarios:

  1. Qué bonito y qué poético...el pueblo quiere saber...continúa pronto...

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  2. Eso,eso, y si continuas mañana mejor que mejor!

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  3. anónimohermanica8 de mayo de 2009, 12:00

    ¿es una ruptura sentimental? ¿se va por trabajo? ¿se tragó alguna nochevieja el anillo?

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  4. uy, anónimohermanica, como mola eso, como en enredos de familia!! conseguirá tragarse algún día el anillo? conseguirá que las plantas bailen el hulahop? pero ya te adelanto que se va por trabajo, creo...

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