miércoles, 19 de febrero de 2014

Plantas

Le dirás que vas a marcharte. Lo harás por teléfono. Y habrá uno de esos silencios que hacen más real la conversación. Como en ese documental en el que un águila está a punto de atrapar a una cabra. Y en tu cabeza sólo podrás ver las garras más y más grandes hasta que él te responda que “cuándo”. 

Y tal vez sólo habrán pasado quince días o habrá transcurrido más de un mes. Y estarás en tu nueva casa, con su nueva sala de estar, repleta de plantas que nunca antes habías cuidado y que parecerán mirarte con desconfianza, quizás sabiendo de antemano que no vas a poder arreglártelas sola. 

En ese indeterminado espacio de tiempo te despedirás de tus amistades. Tal vez organicen una fiesta sorpresa. En ella al principio te mostrarás huraña y despegada: una suela que no encaja y que no hay pegamento que consiga arreglar. Porque ese siempre ha sido tu papel en las escenas. Como cuando todos tomaban las uvas en Nochevieja y tú te encerrabas en la habitación. Tras un calculado espacio de tiempo, 12, 11, 10, 9… siempre salías, con un anillo de oro en la mano, que echabas en el fondo de la copa, para que la familia brindara unida y el orden quedara restablecido de nuevo. Podrías preguntarte qué ha sido del anillo. Pero estarás demasiado ocupada contando la gente que ha acudido a la fiesta. 

Él llegará a despedirse a mitad de la noche. Os marchareis juntos antes de que los primeros rayos de sol conviertan los restos de amor de las aceras en vulgares charcos de vómitos.  Cogidos de la mano los sorteareis igual que tiempo atrás otros lo hicieron con los vuestros. Conservarás ese recuerdo mientras riegas las plantas de tu nuevo hogar durante uno o dos meses. 

Después, encontrarás trabajo de dependienta o de taquillera en un cine. Despegarás chicles de la moqueta como quien arranca a un hijo de sus entrañas con las propias manos. Tus ojos tendrán la furia de dos escupitajos lanzados contra el aire. Te amonestarán por llegar tarde. Por la noche, ordenarás el puzle de tu vida. Es un pollo que ha perdido la cabeza. Cantarás una melodía para acompañarlo. 
Visitarás lugares manidos, vestirás de gala a tu frustración con una falda demasiado corta para un andamiaje tan poco preparado. Santificarás el pasado con otra muesca más en tu lista de errores. Le llamarás por teléfono. Inventaréis la comunicación del futuro. Una odisea en el espacio exterior. 

Tu jefe volverá a amonestarte por llegar tarde al trabajo. Encontrarás cierto consuelo en el amarillo avinagrado de sus dientes. 

Pasará el tiempo. Y el dolor se impondrá como única realidad. Blancos de hospital junto a un familiar. Lamentaciones pasadas que no valdrán ni el barro de tus zapatos.  Un gotero en una camilla como único reloj en el que confiar. Te despedirás del trabajo. Serás la mano que mece a la muerte como si ese gesto pudiera alcanzar alguna dicha. Mas todo será en vano. Los rostros que miras se agrietarán al contacto de tu mano. Y ahora sí descubrirás la soledad. Una hoja seca que ha perdido el tronco al que aferrarse.  

lunes, 13 de febrero de 2012

Cuando ruge la marabunta

Elena se ha vuelto a resfriar. Dice que es como si Cuando ruge la marabunta se hubiera instalado en su pecho. Yo le propongo que juguemos a que somos hermanos y me meto a su lado en la cama. Hundo la oreja entre sus dos pechos, los de verdad, no el que jadea cuando subimos una cuesta empinada y hago que escucho concienzudamente mientras trato que uno de sus pezones se cuele en mi oído. A mí me suena más a procesión de Semana Santa, le digo, así que no creo que tengas de qué preocuparte. Aún así, insiste en beber muchos líquidos, por lo que tengo que cerrar la llave de paso, aprovechando una de sus poses a lo Margarita Gautier, para obligarla a salir a la calle.

jueves, 9 de febrero de 2012

Déjalo ya

El pájaro se ha parado en el alfeizar. Casi parece una frase a repetir en la cartilla escolar. Pero ahí está, girando el pico hacia el cristal, como si fuera a llamar a la puerta para venderte unas enciclopedias. Ella continúa hablándote de la almohada de calor que ha comprado esa mañana. Prevé un futuro esplendoroso. Imagina un lugar, lleno de ropas de algodón, en los que su perfil se destaque como una cordillera subalpina, tras un mostrador repleto de almohadas. Todo 100% orgánico. Tú la escuchas con la atención que le prestarías a un grifo mal cerrado. Haces cuentas con los dedos bajo la manta, reservando el meñique para una situación complicada. Observas al pájaro y recuerdas la primera vez que uno de ellos se posó en vuestra ventana, hará cerca de quince años. Y te preguntas, con el peso de la tarde clavándose en tu mirada, cuántos pájaros serán todavía capaces de contar tus dedos.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

B & C / A. P.







Y por supuesto ...

lunes, 21 de junio de 2010

De dentistas


"Un cuento o un relato es aquello que te cuentas a ti mismo en la sala de un dentista mientras esperas que te saquen una muela. El cuento corto tiene en la vida, me parece a mí, una gran función. Es, también, en un sentido muy especial, un eficaz bálsamo para el dolor: en un telesilla que te lleva a la pista de esquí y que se queda atascado a mitad de camino, en un bote que se hunde, frente a un doctor que mira tus radiografías... Pasamos el tiempo esperando una contraorden para nuestra muerte y cuando no tienes tiempo suficiente para una novela, bueno, ahí está el cuento corto. Estoy muy seguro de que, en el momento exacto de la muerte, uno se cuenta a sí mismo un cuento y no una novela".
John Cheever

domingo, 30 de mayo de 2010

miércoles, 26 de mayo de 2010

Yo quiero ir a Cannes

Últimamente, del festival de Cannes lo que más me interesa es la canción de Berlanga. No por nada en especial, sino porque de que se estrenan en España los films allí presentados han pasado de nuevo un par de ediciones y mi cabeza se aturde con tanto salto en el tiempo. De la edición de este año que nos ha hecho llegar los medios, me quedo con un par de cosas: el mensaje-espantada de Godard ("Queridos Thierry Frémaux, Wild Bunch, Vega Films, Alain Sarde; debido a problemas de tipo griego, no podré ser su invitado en Cannes. Amistosamente, Jean-Luc Godard") y las lágrimas de la Binoche al enterarse de la huelga de hambre del cineasta iraní Jafar Panahi. Lo críptico (o ambiguo para muchos, pues "problemas de tipo griego" pueden ser varios) del mensaje de Godard, junto con lo concreto de las lágrimas de la Binoche. Como si de un film del mismo Godard se tratase. También me quedo con el sufrimiento de los periodistas a la hora de nombrar al director de la película ganadora de la Palma de Oro. No acertaba ni uno. Por lo que podemos decir que el domingo todos los cineastas tailandeses ganaron la Palma de Oro.

Os dejo con el trailer de Film Socialisme, el film nopresentado de Godard, que además fue estrenado antes por internet.




Y sí, a mí también me intriga el burro... y yo escribiendo historias de monetes. Ahí donde leáis mono, tacharlo, y poned burro.

lunes, 24 de mayo de 2010

Buenos propósitos

Nos invitas a un music-hall. Has dejado el trabajo y quieres celebrarlo. Los tres bebemos champán. Yo, tú y el mono. Tienes grandes ideas. Timbas clandestinas en las colas de espera de la seguridad social. Si la cosa prospera, piensas expandir el negocio en agencias tributarias y el INEM. La codicia en tus ojos bastaría para alumbrar el número de la corista que poda bonsáis en miniatura mientras canta New York, New York. Además, el mono ha vuelto a enamorarse. La chica que vende papel higiénico en la puerta de los aseos ha conquistado su ya castigado corazón. Decide quedarse con ella. Sentado a su lado, tocará unos pequeños platillos cuando los clientes dejen propina a su amada. Mientras le compro un trozo de papel para limpiarme las lágrimas que caen descontroladas por mi rostro suena su clicclic metálico cual trompetas celestiales. No puedo soportar tanta emoción. El futuro está lleno de buenos propósitos que claman como el grito de un bebé en la madrugada.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Agujeros

Me encuentro con el mono a la salida del supermercado. Está destrozado. La hija del encargado le ha dejado. No quiere estar con alguien con el que todos los días son iguales. Es como tener un espejo delante. Además, el mono teme estar quedándose calvo. Sus ojos delatan la amargura del que sabe nunca volverá a caminar a cuatro patas. Al final todos los calcetines terminan teniendo agujeros, digo para consolarle, mientras le dejo me chupe el dedo gordo como he visto hacerlo en algún telefilm que otro. Tú también sales del supermercado. Las horas impares las aprovechas para vender lo que mangas de los estantes. Abres una botella y nos la vamos pasando. Yo, tú y el mono. Después bailamos break dance como si fuéramos maniquíes estrella de una escaparate, mientras los niños que te compran las bebidas cantan góspel a nuestro alrededor cogidos de la mano. ¿Verdad que el mundo puede ser bonito? Susurro suavemente a la oreja del mono.

viernes, 7 de mayo de 2010

Pongamos que realizamos un experimento

Yo, tú y el mono. Los tres nos encaminamos hacia el metro. El mono y yo le sostenemos la puerta a la chica, no lo suficientemente atractiva, y tú te escurres y pasas tras ella. Agazapado, pero sobradamente preparado. Ya en el andén, nos abalanzamos sobre el último vagón, el más atestado de gente. Al mono le roban la cartera y tú le tocas el culo al tipo que está tocando el violín. Yo me conformo con seguir las noticias del cuore del tipo de al lado. Ya en el supermercado nos dividen las tareas. Al mono le toca el almacén, a mí la caja y a ti reponer el estante de bebidas. Pongamos por caso: si la hija del encargado llegara de repente, semidesnuda, porque ha sido atacada por un león escapado del zoo, ¿a quién crees que acudiría en auxilio?

miércoles, 5 de mayo de 2010

¿Quién se acuerda de Lyndon Johnson?

No sé qué hacer con el sabor a carne muerta de mi boca
con la ruina que atraviesa el paladar
y enmudece el hambre inútil de mi herida

No sé qué hacer con las venas que dejaste sin rasgar
con la sangre que amanece al naufragar
y me espera dulcemente en las esquinas

Espera
Camina
Detente

Solo une los puntos