lunes, 24 de mayo de 2010

Buenos propósitos

Nos invitas a un music-hall. Has dejado el trabajo y quieres celebrarlo. Los tres bebemos champán. Yo, tú y el mono. Tienes grandes ideas. Timbas clandestinas en las colas de espera de la seguridad social. Si la cosa prospera, piensas expandir el negocio en agencias tributarias y el INEM. La codicia en tus ojos bastaría para alumbrar el número de la corista que poda bonsáis en miniatura mientras canta New York, New York. Además, el mono ha vuelto a enamorarse. La chica que vende papel higiénico en la puerta de los aseos ha conquistado su ya castigado corazón. Decide quedarse con ella. Sentado a su lado, tocará unos pequeños platillos cuando los clientes dejen propina a su amada. Mientras le compro un trozo de papel para limpiarme las lágrimas que caen descontroladas por mi rostro suena su clicclic metálico cual trompetas celestiales. No puedo soportar tanta emoción. El futuro está lleno de buenos propósitos que claman como el grito de un bebé en la madrugada.

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