Me encuentro con el mono a la salida del supermercado. Está destrozado. La hija del encargado le ha dejado. No quiere estar con alguien con el que todos los días son iguales. Es como tener un espejo delante. Además, el mono teme estar quedándose calvo. Sus ojos delatan la amargura del que sabe nunca volverá a caminar a cuatro patas. Al final todos los calcetines terminan teniendo agujeros, digo para consolarle, mientras le dejo me chupe el dedo gordo como he visto hacerlo en algún telefilm que otro. Tú también sales del supermercado. Las horas impares las aprovechas para vender lo que mangas de los estantes. Abres una botella y nos la vamos pasando. Yo, tú y el mono. Después bailamos break dance como si fuéramos maniquíes estrella de una escaparate, mientras los niños que te compran las bebidas cantan góspel a nuestro alrededor cogidos de la mano. ¿Verdad que el mundo puede ser bonito? Susurro suavemente a la oreja del mono.
miércoles, 12 de mayo de 2010
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has vuelto... y ves telefilms muy raros
ResponderEliminarClaro que sí, el mundo puede ser bonito. Pero no con esta grisura...
ResponderEliminaryo te había escrito un comentario en este post, pero no sé dónde está... se habrá hecho novio del mono... qué raro
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