lunes, 4 de mayo de 2009

De primeras veces

Mi amiga tos ferina me ha prestado este relato para hacerme el lunes post-puente más llevadero.

La primera vez que leí un prospecto no sabía ni leer, pero no por ello pude dejar de mirar fijamente ese dibujo hexagonal que se convertiría en el emblema de la camiseta de fútbol de mi equipo de por vida: CINFA, laboratorios CINFA, siempre jugando en campo de tierra, siempre recibiendo goles por la escuadra izquierda.

Así que todavía recuerdo el momento en que mis manos cogieron el papel y lo desplegaron grácilmente, con ese sencillo mecanismo de acordeón que parece adentrarte en un simple juego, hasta que intentas devolverlo a su forma original y descubres que ya nunca más será posible salir de ese extraño bucle.

En castigo por todo aquello seguidamente lo manché, rebocé los restos de mi cuchara con sabores de tomillo aromatizado por todo el papelujo hasta que la tintura de drosera y el sulfoguayacolato potásico primero se fundieron en uno y después se pelearon entre sí de tal forma que al amanecer siguiente la piridoxina no estaría ya nunca más con el clorhidrato ni la codeína con el fosfato. Hasta tal punto llegó mi venganza que a partir de aquel momento lo importante para la mujer sería un lavado gástrico para su embrión y conducir bajo los efectos del alcohol si estaba embarazada.

Pero pese a esa rebelión mutua entre el prospecto y mi persona, las lágrimas todavía se me caen cuando evoco esa primera tabla de composición que vieron mis ojos nacer: g/100 ml g/15 ml (cucharada sopera) g/5 ml (cucharadita de café). Toda canción infantil. De ahí que siempre vaya al principio del texto. Nunca la química será más tierna en su universo.

Efectivamente es un momento importante en la vida de uno. Desde ese primer instante hasta el final de tus días, siempre estarás atado a un prospecto, a su tabla periódica, sus indicaciones, posología, contraindicaciones, advertencias, incompatibilidades, efectos secundarios, intoxicación y tratamiento, y, en extraño último lugar, presentación. Sin darte cuenta que esos epígrafes son los titulares de tu propia vida y que si tuvieras que resumirla cabría en ese mismo espacio, esa triste hoja que nunca te has cansado de mirar y no has logrado entender jamás.

Lo que siempre me pregunto es por qué los medicamentos deben mantenerse fuera del alcance de los niños. Con lo feliz que fui yo aquel día...

7 comentarios:

  1. anónimohermanica4 de mayo de 2009, 21:13

    ¿quién es tos ferina?

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  2. mi yo anterior...aunque por las toses que tengo sigue viviendo conmigo.veo que has solucionado los problemas con el vecino...

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  3. La que no dice ná y lo dice tó15 de mayo de 2009, 10:12

    Hay que joderse, nena, qué bien escribes!

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