Del anterior post-poema me gusta cambiar el último verso y sustituirlo por "seguirán amaneciendo los restos del amor en las aceras" (y que me disculpe el gran Casado por mancillar su estupendo poema). Y me imagino que es la madrugada cualquiera de un domingo y que sorteo todos esos meandros sentimentales antes de que el sol los convierta en islas. También se me ocurrió esta tontería:
Se conocieron en un semáforo. De ahí que siempre pensaran que el amor era el lugar donde se cruzan los pasos de cebras. Él llevaba un jersey a rallas negras y blancas. Ella una bufanda roja anaranjada. Cuando al quinto día a él le atropelló un Seat Ibiza verde ella comprendió que en realidad el amor era el lugar donde se juntan las aceras.
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